Adolescencia y normas han estado en conflicto desde siempre. Parece que la juventud y las obligaciones son difíciles de combinar.
Sin duda tu hijo tiene derechos y a la vez responsabilidades. En este artículo hablaremos sobre la necesidad de las normas y cómo adaptarlas en la adolescencia de forma adecuada.
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Peter Pan no crece porque no puede. Carece de una madre que le proporcione una disciplina y le exija unas normas. Esta sociedad consumista y hedonista pretende vender el cuento de que las niñas maduran por el simple paso del tiempo, sin monitorización. Como si las niñas fuesen ciruelas.
La especie humana (y otras como primates o delfines) ha evolucionado y permanecido en este planeta gracias a la acción cooperante entre sus miembros. Se caracteriza por su capacidad para transmitir conocimientos de generación en generación. Este fenómeno cultural es facilitado por el lenguaje.
Es innato al ser humano su necesidad de socialización, pero no su empatía y altruismo. Éstos se desarrollan gracias a normas y valores (disciplina) sociales que se han de asumir para luego respetar y defender.
Al igual que existen unas reglas para la lecto-escritura, existen otras para aprender a socializarse. Nadie nace enseñada y es responsabilidad de las madres inculcar en sus hijas dichas normas. Las más básicas son las de convivencia y la familia es el mejor terreno para entrenarlas.
Tu hija necesita que establezcas una disciplina si esperas que un día sea autónoma y sepa adaptarse a diferentes situaciones sociales. Pero algunas de las formas para establecer normas son negativas y provocan un efecto contrario al deseado.
Tu hija: la gran desconocida
Respecto a la temática de adolescencia y normas son numerosos los testimonios de madres que manifiestan que “ya no conocen a sus hijas” o que “no pueden con ellas“. De hecho, la pubertad es una etapa de cambios abruptos que tu hija experimenta y tú sufres. ¿Cuántas veces te dice: “Es que tú no me entiendes…“?
Cuando en realidad es tu hija la que no te entiende a ti. No entiende que el que la quieras incondicionalmente (condición necesaria para construir la autoestima) no significa que le permitas todo lo que se le antoje.
Tu hija te echa en cara el no entenderla. Sólo es chantaje emocional. Intenta que te sientas culpable si no cedes a su petición. No lo hagas, solo es un quite para torearte y salirse con la suya. Las adolescentes no inventan nuevas formas de relacionarse, las imitan. Si usas el chantaje emocional para sentar una disciplina en el seno familiar, ellas imitarán esa inadecuada conducta.
Lo mejor es pasar por alto ese chantaje sacando una batallita tuya de cuando eras adolescente. Esta estrategia desvía el foco de atención de la dirección que quería tomar tu hija y te acerca a ella. Demuéstrale que aunque los tiempos cambian, la adolescencia es igual de convulsiva en todos ellos.
Pero el uso de este truco es limitado. Vuestros momentos de conflicto superan todas tus batallitas. Para limar esas tensiones tienes que imponer normas justas y flexibles: La hora de llegada se amplía con los años o se pasa por alto si hay un motivo (Nochevieja). También se necesita supervisar su correcta aplicación y cumplimiento.
Las normas tienen que ser razonables, conocidas y aceptadas por tu hija. Si tiene quejas respecto a las mismas, tienes que escucharla. Nunca ignorarla. Tampoco puedes aplicarlas arbitrariamente. Tu responsabilidad es ser coherente. Si tienes pareja es vital que vuestra opinión sea unánime y firme.
Son frecuente fuente de conflicto en la familia los siguientes temas:
- Las compañías de tu hija
- La ropa que elige
- La hora de regreso a casa
Estos son los puntos clave sobre los que tenéis que conseguir una regulación para enlazar adolescencia y normas. Es muy aconsejable que juegues con la edad y las responsabilidades de tu hija. A medida que vaya demostrando madurez podrás ir flexibilizando tus normas.
Mendigando una disciplina
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Queda patente (tras millones de años de evolución) el papel de la cooperación y la empatía en la supervivencia y adaptación de la especie humana al medio. Se trata de valores y cultura transmitida a las hijas mediante diferentes aplicaciones disciplinarias.
Distinguimos cinco tipos de disciplinas a la hora de establecer normas:
- Disciplina autoritaria
- Disciplina del “dejar hacer”
- Disciplina del chantaje emocional
- Disciplina democrática
- Disciplina inductiva
La tradicional disciplina autoritaria (tan utilizada como cuestionada) está actualmente en desuso. Se utilizan las otras formas de disciplina para lograr coordinar adecuadamente adolescencia y normas.
La disciplina del “dejar hacer” es una negligencia por amor o por deformes creencias educativas. Está muy extendida entre las madres de hoy. Es fruto de la sociedad de consumo y surge en oposición a la primera.
La sociedad entiende que esta disciplina “por amor” es una forma de maltrato por abandono hacia las hijas. Dejar que tu hija coma cuanto le apetezca y evite la actividad física, es ayudar a que desarrolle diabetes o graves enfermedades cardiovasculares, respiratorias, de circulación, etc. Se prevé que este tipo de disciplina negligente se vigile y, aplicando el código penal, se sancione con retiradas de la tutela.
Aquí tienes algunas de las creencias típicas de esta forma de “disciplina” del dejar hacer:
- La infancia es para disfrutar no para esforzarse
- Evitar que las niñas sufran nunca por nada
- Ya aprenderán de mayores, la vida es buena escuela
- No se pega a las niñas y mucho menos su educadora
- Ya tuvimos nosotros bastante autoridad
- El castigo es negativo, es preferente utilizar los premios
- No quiero que a mis hijas les falte de nada
- Si son castigadas en el colegio, que se haga garantizando totalmente los derechos de la menor y de las madres (aquí cada una tiene su particular idea de garantía…)
La disciplina del chantaje emocional tampoco es una santa en lo referente a la relación adolescencia y normas. Transmite valores y usos de las emociones de los demás muy inapropiados, perjudiciales y claramente antisociales.
Las disciplinas por las que mejor puedes apostar son la democrática y la inductiva. Ten en cuenta que una disciplina adecuada no utiliza ningún tipo de maltrato. Ni el maltrato por abuso de la autoridad, ni el maltrato por omisión.
Bibliografía consultada para escribir “Adolescencia y normas”
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- Escobar, G. (2005). Niñez y adolescencia. (Dtor.) Madrid: Trama Editorial.
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- López Sánchez, F. (2008). Necesidades en la infancia y en la adolescencia. Madrid: Pirámide.
- Morán Varela, J. A. (2009). Los institutos: ¿Centros de Formación o Centros de Reclusión? Prolepsis, 4, 29-38.
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