Tolerar la frustración en la adolescencia y plenitud vital

Quizás alguna vez hayas criticado a tu hija por no tolerar la frustración en la adolescencia. Socialmente, esto se suele utilizar para explicar el fracaso posterior de las vidas de nuestros jóvenes.
Pero, ¿no es la sociedad quien fracasa al no saber mejorar la baja tolerancia a la frustración de sus adolescentes?


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La emoción como herramienta para tolerar la frustración en la adolescencia.

La frustración no es en sí una emoción. Es un constructo más complejo que trae consigo emociones negativas. Existe un relativo consenso sobre cuáles son las emociones básicas:

  • Ansiedad
  • Sorpresa
  • Ira
  • Asco
  • Alegría
  • Miedo
  • Tristeza

La emoción se entiende como una reacción fisiológica y automática ante un estímulo, sea éste externo o interno (un pensamiento), que es capaz de desencadenar respuestas motoras (huida, evitación, agresión, etc.).
Debido a su correlato fisiológico son medibles y cuantificables mediante diversos instrumentos. Pese a su carácter automático, las emociones también son susceptibles de ser aprendidas, por ejemplo con el modelado.
Aunque los despropósitos intrínsecos a la vida misma frustran, la tolerancia a la frustración no se consigue sólo mediante la exposición a tales situaciones.
El fuerte malestar que generan se intenta reducir con determinadas respuestas motoras:

  1. Decir tacos cuando algo sale mal (socialmente aceptado)
  2. Romper cosas (es mejor para el bolsillo romper las que ya están rotas)
  3. Evadirse a través del consumo de drogas (perjudicial y desajustado)
  4. Agredir personas (es un delito penal)

La tolerancia a la frustración es algo que debes entrenar en tu hija porque no se consigue con la llegada a la vida adulta. Y como tiene una función adaptativa dentro de la sociedad, es algo que tienes que hacer por su bien para el futuro. Esto es clave para conseguir tolerar la frustración en la adolescencia.

No es frustrar mucho, sino mejor.

Como quieres a tu hija, deseas que ésta crezca sana y consiga “ser alguien” en la vida. La sociedad desea lo mismo: personas responsables con valores morales e insertadas.
Siendo madre seguramente hayas tenido que lidiar con las rabietas de tu hija cuando era pequeña. ¿Conseguías pararlas o podía contigo?
La rabieta es una conducta orientada a reducir el malestar que se percibe en ese momento y solo se considera ajustada hasta cierta edad. Aunque sería divertido ver a un treintañero tirarse al suelo del supermercado y patalear porque su novia discrepa de comprarle gominolas.
Por otra parte, hay que tener en cuenta a la hora de tolerar la frustración en la adolescencia que el hecho de castigar a tu hija no conduce a crear en ella frustración en absoluto. Esto es porque el sistema de premios y castigos tiene una base razonada y no transmite la sensación de injusticia propia de la frustración. Si acaso una sensación de fastidio por tener que cumplir con unas normas y horarios.
Imagina que tu hija compró en la mañana un carísimo dulce para premiarse cuando acabase su larga tarde de estudio. Pero cuando termina y va a la cocina te encuentra comiendo su dulce. Esto le disgusta enormemente y quiere gritarte para contrarrestar la negatividad que está experimentando, pero tú le impides que grite colocándote unos cascos de música. Esto sería una doble frustración. Al momento primero de comprobar que alguien comió su dulce, se añade el momento segundo (y contingente al primero) de no poder desquitarse.
Además, tolerar la frustración en la adolescencia se puede ver reforzado mediante el uso de cogniciones. Es positivo que tu hija no crezca rodeada de actitudes derrotistas y que interiorice que la vida es así. Y que si no le gusta, el hecho de patalear, consumir drogas o pegar a otra persona ni va a darle la vuelta a la situación que la incomoda, ni a proporcionarle mejoras sustanciales en su vida. Más bien todo lo contrario.

Sufrimiento y vida plena.

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La idea de que para alcanzar una vida plena se debe ser feliz está muy extendida y además no es cierta.
El sufrimiento forma parte de la vida y no impide vivir de manera plena. Es decir, para tolerar la frustración en la adolescencia se necesita experimentarla y así luego disponer del autocontrol socialmente exigido y alabado.
Pensar únicamente que la vida es injusta acarrea emociones demasiado negativas. Es más adaptativo dar por hecho que la vida tiene momentos malos y momentos buenos; y que aunque no tenemos control sobre cómo se suceden, sí tenemos el margen de cuánto nos afecten.
A nadie le gusta que le roben el coche, o que su pareja le deje, o que le operen un cáncer, o que se le queme la cena que preparó para la suegra… Las situaciones frustrantes que brinda la existencia son innumerables, por eso aprender a tolerarlas es tan importante, porque es imposible evitarlas.
El año pasado una amiga mía de la infancia a la que quería muchísimo fue asesinada por un ex convicto. Fue una muerte muy injusta porque ella era una persona muy inteligente, valiente y buena; porque era joven y porque dejaba huérfanas a sus dos hijas.
No habían pasado ni tres meses cuando otra amiga, a la que también estimaba muchísimo, moría en accidente de tráfico. Tenía 26 años, iba en el asiento del copiloto y se dirigía hacia el trabajo.
No pude despedirme de ninguna de las dos. Sufrí y lloré mucho, pero gracias a mi tolerancia a la frustración pude iniciar mi duelo. Desde entonces soy capaz de sonreír cuando algo me divierte y de disfrutar de los momentos maravillosos que oferta la vida.

Bibliografía consultada para escribir “Tolerar la frustración en la adolescencia y plenitud vital”

  • Álvarez Ávila, R. (2014). Mindfulness: una terapia de tercera generación. TTG. Prolepsis, 18, 20-29.
  • Carrillo Fernández, A. M.ª (2014). La inteligencia emocional: la herramienta de un líder educativo. Prolepsis, 18, 48-54.
  • Carrillo Fernández, A. M.ª (2015). Todos somos creativos. Prolepsis, 19, 60-70.
  • Fernández Pérez, C. (2010). Mindfulness-atención plena. Prolepsis, 7, 37-42.
  • Goleman, D (2009). Inteligencia ecológica. Barcelona: Kairós.
  • Goleman, D. (2006). Inteligencia Social. La nueva ciencia de las relaciones humanas. Barcelona: Kairós.
  • Goleman, D. y Cherniss, C. (2005). Inteligencia emocional en el trabajo. Barcelona: Kairós.
  • Greenspan, S. y Thorndike Greenspan, N. (1997). Las primeras emociones. Barcelona: Paidós.
  • Martín Fernández, J. D. (2011). Los nuevos diagnósticos falaces del DSM-V. ¿Por qué antes no existían? Prolepsis, 10, 11-19.
  • Pérez Fernández, M. (2005). Glosario básico de psicopatología. Salamanca: Amarú.
  • Siegel, D. J. (2011). Mindsight. La nueva ciencia de la transformación personal. Barcelona: Paidós.
  • Urra, J. (2010). Aprender a ser felices. Prolepsis, 6, 44-45.
Patricia Largo Baraja: Licenciada en Psicología por la Universidad de Salamanca y con dos Máster centrados en la Psicología Clínica. He elegido de forma deliberada utilizar los plurales femeninos no porque me dirija en exclusiva a las madres con hijas adolescentes. Me dirijo a madres y a padres con hijas y con hijos. Pero si queremos conseguir la equidad, los chicos adolescentes han de acostumbrarse a ser tratados dentro del grupo de LAS adolescentes, al igual que hasta ahora las chicas adolescentes han sido consideradas dentro del grupo de LOS adolescentes.

View Comments (4)

  • Genial...
    Uno de los principales problemas para encarar la vida de una forma sana, es el bajo nivel de tolerancia a la frustración ante las cosas que nos salen mal y no conseguimos alcanzar... Si desde la infancia nos enseñarán mejor...