El estilo educativo autoritario ha sido la forma de disciplina más utilizada en la historia. Su uso está en declive. Cada vez es más criticado por sus métodos y filosofía.
En este artículo analizamos las características que lo han hecho popular y efectivo durante tantos años. Te damos las claves para emplear los aspectos positivos de este tipo de disciplina en tu familia y evitar su lado más intolerante.
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La socialización autoritaria ha sido la más aplicada, conocida y reproducida hasta hoy. En este tipo de disciplina se considera a la descendencia como “un objeto más en propiedad“. Las hijas tienen que obedecer en todo a sus mayores.
Esta normativa estaba interiorizada por todos los miembros de la familia. Las madres aprendían cómo dictar sus objetivos para que se realizaran. Las hijas aprendían cómo usar y transmitir aquello que se les enseñaba. Se trata de una disciplina estricta que logra la cohesión familiar y asegura la admiración, respeto e imitación de las hijas a las madres.
Un aspecto positivo de esta disciplina es que se aceptaba a nivel social y no se ponía nunca en entredicho. El estilo educativo autoritario estaba presente en el hogar, en el aula y en la sociedad. De esta forma evitaban las discusiones entre la familia y otros educadores.
Los aspectos positivos de la disciplina autoritaria.
Esta socialización se percibía como la forma natural en que debían hacerse las cosas. Asimismo funcionaba porque ambas partes comprendían y asumían su función y aplicación.
En la actualidad el empleo de esta disciplina es muy criticado. Además con los cambios en la comunicación social y las tendencias culturales hay pocas familias en las que se pueda mantener su uso. Se ha dado paso a otras formas de educar más inclusivas.
Sin embargo, hay que tener presente que si se ejerce autoridad de forma poco estricta, con contingencia y demostraciones afectivas, se obtienen buenos resultados.
Es más, hay elementos de la disciplina autoritaria que han demostrado su utilidad en la educación:
- Coherencia: va a afectar sobre todo a la hora de definir las conductas deseadas. Mantener unos objetivos claros sobre el comportamiento de tu hija parece una de las claves para lograr buenos resultados.
- Mostrar afecto o frialdad: esto podría ser considerado un factor de refuerzo para que la conducta se repita. La adecuada expresión de las emociones ayuda a entender las consecuencias de la conducta.
- Acuerdo entre progenitores y educadores: si la madre y el padre se ponen de acuerdo acerca de cómo aplicar una disciplina aumentan la probabilidades de éxito de una intervención. La situación mejora cuando es toda la sociedad la que establece unos criterios claros de actuación.
- Duración y rigidez de la disciplina: normalmente, esta actitud autoritaria tiende a hacerse más flexible con los años. De hecho, es lo que se espera de este tipo de intervenciones. Se va dando mayor protagonismo a los adolescentes y se permite su colaboración para establecer las normas.
En lo que se refiere al acuerdo entre progenitores, es habitual que uno de ellos sea rígido y el otro condescendiente. La asignación de roles y actitudes debería pactarse con cuidado. La cultura y los prejuicios hacen que llegue a extenderse al plano afectivo. Es mamá la que te acaricia y abraza.
Consecuencias de la educación autoritaria
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Este tipo de socialización no busca reforzar una serie de conductas específicas. Las órdenes simplemente se dictan y se espera que se cumplan tal cual.
Sin embargo, sí existen aspectos que sutilmente pueden funcionar como reforzadores de la conducta de obediencia. Lo que sí queda claro es que algo de utilidad tendría el estilo educativo autoritario, para que durante tanto tiempo haya sido la forma de disciplina más útil y empleada.
Ante esta disciplina solo caben dos salidas: la rebelión o el sometimiento. Teniendo en cuenta que la adolescencia se caracteriza por ser una etapa de rebeldía, el no sometimiento tendrá más probabilidad de ocurrencia que la sumisión.
La oposición a lo que dicta la autoridad, tiene una grave consecuencia. A largo plazo se produce un quebrantamiento de la unidad familiar. Y si esto llega a ocurrir puede afectar profundamente a la estructura del hogar y a las relaciones de sus miembros.
Aplicando la disciplina autoritaria.
La sociedad, la educación y las concepciones sobre aprendizaje y disciplina evolucionan. Controlar el comportamiento a través de la disciplina autoritaria está en declive.
Teniendo en cuenta los parámetros para el correcto funcionamiento familiar, se pone de manifiesto una serie de debilidades de la disciplina autoritaria:
- Comunicación: el contenido de las órdenes no es discutible. Se transmite la indicación sin ninguna asertividad y con descortés confianza. En la disciplina autoritaria el valor comunicativo no tiene ninguna relevancia. No es fácil distinguir dentro de esta disciplina qué es cada cosa en el mensaje.
- Inteligencia emocional: el control de los sentimiento es su mayor debilidad, seguida de la más absoluta falta de empatía. La expresión emocional es coherente a una tonalidad sin exabruptos, porque cometer errores es algo inimaginable.
- Normatividad: “Mis órdenes, tus normas”. Los padres se creen los dueños de sus hijos. Esta disciplina se basa en una mentalidad posesiva de las personas.
- Modelado: es funcional en los aspectos más básicos.
- Disponibilidad: a pesar de que tradicionalmente el modelo mostraba lo contrario, es compatible ser autoritario y afectuoso al mismo tiempo. De hecho es una muy buena combinación.
La elección de esta forma de disciplina como socialización parece estar dando sus últimos coletazos. Los avances sociales y en investigación educativa la dejan al margen, pero nadie como tú para decidir aplicarla en tu familia.
Bibliografía consultada para escribir “El estilo educativo autoritario”
- Jenaro Río, C., Flores Robaina, N. y González Gil, F. (2007). Síndrome de burnout y afrontamiento en trabajadores de acogimiento residencial de menores. International Journal of Clinic and Health Psychology 7 (1), 107-121.
- Maldonado, A. (1998). Aprendizaje, cognición y comportamiento humano. Madrid: Biblioteca Nueva
- López Sánchez, F. (2008). Necesidades en la infancia y en la adolescencia. Madrid: Pirámide.
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Yo fui educada bajo una educación autoritaria y a mis 26 años sigo luchando con mis varias inseguridades, mi poca asertividad (sobre todo con mis padres), mis ganas de controlarlo todo y mi falta de control emocional. Desde mi experiencia yo creo que definitivamente educar desde esta perspectiva no es lo más conveniente, el inculcar miedo y limitar no es lo adecuado.
Lo que tengo a mi favor hoy, es que soy una persona muy introspectiva y siempre busco herramientas y leo para minimizar esas características negativas de mí.