Síntomas de un trastorno de alimentación en adolescentes

Existen algunos síntomas de un trastorno de alimentación que te pueden alertar del problema en tu hijo. Tristemente la incidencia de este tipo de enfermedades es cada vez más frecuente en nuestra sociedad.
En este artículo te mostramos las señales de alarma más habituales divididas en tres categorías. En función de si los signos de alerta son físicos, psicológicos o sociales. Además encontrarás pautas para trabajar la prevención de los problemas de alimentación en tu familia.
Recomendamos que si no conoces bien este tipo de alteraciones, leas previamente este artículo sobre trastornos de alimentación en la adolescencia.

Síntomas físicos de un trastorno de alimentación en la adolescencia.

Las primeras señales que se suelen detectar en estos casos son a nivel físico. Un cambio drástico de la dieta puede llevar a síntomas corporales fácilmente detectables.

Las señales de alerta más importantes que puedes valorar a nivel físico son las siguientes:

• Modificación rápida del peso y la figura corporal: el primer síntoma evidente de este tipo de trastornos es el cambio de peso repentino. En la bulimia no se producirá, debido al control del adolescente de su peso a través de la fase de compensación.
• Sensación de frío: en la mayoría de los trastornos de alimentación, los pacientes refieren frío intenso por la falta de aporte un calórico mínimo. A medida que los procesos avanzan se producen otros síntomas más graves como la palidez, anemia o desnutrición.
• Vómitos: es habitual que la enfermedad curse con vómitos recurrentes del adolescente. Acidez de estómago, incluso úlceras también son habituales.
• Amenorrea: en mujeres puede darse un cese de la actividad de la menstruación en fases avanzadas de la enfermedad.

Síntomas de un trastorno de alimentación en la adolescencia a nivel psicológico.

La personalidad y los pensamientos de un adolescente con este tipo de trastornos se alteran. Sus estados de ánimo y creencias pueden verse afectadas de forma irregular e inesperada.
Los cinco síntomas más habituales a nivel psicológico son los siguientes:

• Preocupación por la imagen corporal: bien por estar gordo o por estar demasiado delgado, en función del tipo de trastorno. La clave es que su percepción no se corresponde con la realidad.
• Contar las calorías: se produce una preocupación excesiva por la ingesta calórica, incluso por los valores que se relacionan con la imagen personal, como el peso o el índice de masa corporal. Esta obsesión se puede también reflejar en una continua precupación por el menú de casa o del comedor escolar.
• Evitar ciertos alimentos: uno de los síntomas de un trastorno de alimentación es la preocupación por la dieta. Esta tendencia hace que el adolescente evite comer alimentos y tenga preferencia por otros que produzcan los efectos deseados en su dieta.
• Ansiedad generalizada: es habitual que los trastornos de alimentación en adolescentes cursen con síntomas generales de ansiedad. Suelen ser jóvenes con poca flexibilidad, una marcada rigidez en sus ideas y valores y un afán por lograr la perfección en muchas facetas de su vida. Esta ansiedad supone en ocasiones cambios de humor constantes o que el adolescente se muestre irritable sin razón aparente.
• Baja autoestima y complejos: además de lo anterior, los rasgos de personalidad más comunes en este tipo de adolescentes les hacen sentirse acomplejados. Por lo general prestan excesiva atención a la reacción de los demás ante su presencia o actitudes. Focalizan su atención de manera exagerada en pequeños defectos que tratan de corregir a toda costa. Además estos adolescentes suelen hacer comentarios negativos sobre sí mismos.

Síntomas sociales del trastorno de alimentación en la adolescencia.

El problema también se extiende al ámbito social. Los adolescentes con este tipo de trastornos suelen ver afectadas sus relaciones sociales y su comportamiento en grupo.
Algunos de los síntomas de un trastorno de alimentación relacionados con el ámbito social son los siguientes:

• Comer en secreto: suelen realizar las comidas solos para ocultar el problema a los demás. Por lo general tienden a evitar preguntas incómodas de sus compañeros o familiares sobre su trastorno comiendo a escondidas de los demás.
• Tendencia al aislamiento: los complejos y la ansiedad que experimentan en situaciones sociales suele llevar a este tipo de adolescentes a encerrarse en sí mismos y buscar el aislamiento. Prefieren actividades individuales y les cuesta formar parte de grupos estables y mantener actividades de equipo.
• Esconder comida: puede darse el caso de que almacenen alimentos en secreto. De esta forma pueden mantener una ingesta regular en caso de no tener acceso sencillo a la comida.
• Ausentarse después de las comidas: habitual en trastornos que incluyen compensación por vómitos o laxantes. Puede darse el caso de que el adolescente se ausente sistemáticamente tras las comidas. Éste es un síntoma revelador de casos de bulimia o trastornos de alimentación no especificados.
• Más tiempo en actividades útiles: a pesar de que pueda parecer una paradoja, estos adolescentes tienden a emplear mucho tiempo en actividades prácticas. Estudiar, hacer deporte o pertenecer a grupos de voluntariado pueden ser formas de mantenerse activos y evitar pensar en la comida y en su problema. Puede que el resto de síntomas coincidan con los de tu hijo pero has llegado a descartar un trastorno de alimentación porque realiza este tipo de actividades. En este caso ten en cuenta que también es habitual en adolescentes con estos problemas.

Prevención de los trastornos de alimentación durante la adolescencia.

Por último te ofrecemos algunas estrategias para que puedas prevenir la aparición de síntomas de un trastorno de alimentación en tu familia.

• Comunicación: en general la comunicación en la familia es un factor de protección para evitar problemas de comportamiento. Si bien es cierto que en la adolescencia se complica, una buena idea es emplear estrategias para mejorar la comunicación con tu hijo.
• Información: un adolescente tiene acceso instantáneo a infinidad de fuentes de conocimiento. Algunas de ellas son parciales. Sobre todo en lo que se refiere a trastornos de alimentación, Internet está plagado de contenido de dudosa autoridad. Incluso hay páginas pro-anorexia que ensalzan este tipo de trastornos como un estilo de vida. Más que tratarlos como un verdadero problema de salud los idealizan. Como adultos tenemos la responsabilidad y el deber de ofrecer a nuestros hijos información válida para dotarles de herramientas de crítica y comparación. Una buena estrategia es trabajar los peligros de una dieta inadecuada durante la adolescencia. Aunque lo puedes enfocar de forma positiva ofreciendo a tu hijo de estrategias para que cuide su dieta en este periodo.
• Modelado: como padre eres un referente inigualables para tus hijos. No solamente por lo que dices, sino sobre todo por lo que haces y demuestras en tus conductas. Te definen tus actos, no tus palabras. Un adolescente aprenderá de ti como modelo de conducta. La alimentación es una faceta más que podrás trabajar con un buen esquema de modelado. Recuerda que las comidas en familia y la dieta equilibrada son factores importantes para evitar trastornos de alimentación en tu familia.
• Autonomía e intimidad: la privacidad durante la adolescencia es un apartado importante a tener en cuenta en la educación de tu hijo. También en lo que se refiere a trastornos alimenticios ayuda tener una buena gestión de este punto.

Bibliografía consultada para escribir “Síntomas de un trastorno de alimentación en adolescentes”

• Gómez-Campos, R., Bersano Benavides, G., Luarte-Rocha, C., Nayer Tumi Figueroa, E., Urra Albornoz, C., Sulla-Torres, J., & Cossio-Bolaños, M. A. (2016). Validación y propuesta normativa para la valoración de la preocupación por la alimentación de adolescentes chilenos: estudio EPACH. Nutrición Hospitalaria, 33(2), 337-344.
• Munguía, L., Mora, M., & Raich, R. M. (2016). Modelo estético, imagen corporal, autoestima y sintomatología de trastornos alimentarios en adolescentes mexicanas y Españolas. Psicología Conductual, 24(2), 273.