Congreso convivir con un adolescente Misión posible - Padres en la Nube

Participación en el Congreso Convivir con un adolescente Misión Posible

Congreso Convivir con un adolescente: Misión Posible

Patricia Gutierrez Jiménez, nos contactó para participar en su Congreso Convivir con un adolescente: Misión Posible. Decidió organizar el congreso por una necesidad personal. Desde hace 5 años convive con su pareja y con sus tres hijas que han ido creciendo, y ahora son adolescentes.

Patricia es una firme defensora de la adolescencia como etapa y reivindica a través de su Congreso una nueva visión de nuestros jóvenes en esta etapa. La organización del evento ha sido exquisita y el trato con ella un verdadero placer. En el evento se han dado cita reputados expertos del ámbito de la adolescencia y de la crianza.

En cuanto a sus principales preocupaciones por la situación actual de los adolescentes, Patricia contempla tres riesgos fundamentales de la adolescencia:

  • Riesgos asociados con el consumo de drogas y alcohol.
  • Riesgos asociados con las adiciones a las nuevas tecnologías.
  • Falta de motivación.

Sobre el papel que desempeña la tecnología en la vida de los adolescentes Patricia plantea que son nativos digitales, no entienden la vida sin tecnología. La tecnología es su manera de comunicarse con el mundo y la fuente de información a la que acuden.

Respecto a la plataforma Padres en la Nube piensa que aporta herramientas prácticas para acercar a padres y educadores a los adolescentes.

Ponencia de Padres en la Nube en el Congreso

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La ponencia de Padres en la Nube en el Congreso versó sobre el tema: Cómo detectar y actuar ante conductas de riesgo en los adolescentes. Te dejamos la transcripción de nuestra intervención. No te pierdas el resto de ponencias del Congreso.

1 – Félix, hablar de adolescencia es hablar de riesgos, ¿qué conductas de riesgo son más comunes entre los adolescentes?

Como padres o educadores siempre nos estamos planteando mejorar el cuidado y la protección de nuestros adolescentes. Una estrategia inteligente para ello es basarse en las estadísticas de lesiones y accidentes graves de jóvenes en estas edades. De esta forma podemos centrar nuestro foco de atención de forma prioritaria en las conductas de riesgo que peores consecuencias pueden tener

Para entender el problema un dato clave que no podemos pasar por alto es que la principal causa de muerte hoy en día en el mundo entre jóvenes varones adolescentes son los accidentes en carretera. Mueren más del doble de adolescentes debido a accidentes de tráfico que por cualquier otra de sus conductas de riesgo.

En este caso las mujeres se muestran más precavidas. Las cifras nos dicen que de cada cinco muertes de un adolescente en carretera, cuatro son de chicos y una de chica.

La mayoría de estos accidentes se producen entre peatones, ciclistas y conductores de motocicletas.

Tenemos que tener en cuenta también que un gran porcentaje de los accidentes están unidos al consumo de drogas y alcohol, así que tenemos otra conducta de riesgo clara de la que preocuparnos como padres o educadores. La drogadicción es un factor de riesgo en la adolescencia que además se asocia peligrosamente con otros amplificando los problemas.

Por otro lado, el suicidio y la muerte accidental por autolesiones es tristemente la tercera causa de mortalidad entre adolescentes. Podemos decir que la depresión es un riesgo claro para nuestros jóvenes. En todo el mundo, para las chicas adolescentes de entre 15 a 19 años el suicidio es ya la segunda causa de muerte. Y se ha constatado que esta conducta de riesgo es especialmente problemática en Europa y el sudeste asiático.

Y por último, como factor de riesgo prioritario está la violencia, que todavía está muy presente en el día a día de muchas sociedades. Con el progreso y el desarrollo de las culturas se ha producido un descenso nunca visto en las estadísticas de violencia. Sin embargo, aún se puede mejorar mucho. Los actos violentos son todavía la segunda causa de muerte entre varones jóvenes.

Esta es uno de las conductas de riesgo en adolescentes entre las que mejor se aprecian las diferencias de género. En comparación a las que ocurren entre hombres, las muertes por actos violentos casi no se dan en mujeres. Ni siquiera están entre las cinco causas de muerte más habituales entre las adolescentes.

Resumiendo Patricia. Tenemos cuatro conductas o factores de riesgo claros que debemos tratar de prevenir en nuestros hijos adolescentes. Los accidentes de tráfico, el consumo de drogas, la depresión y la violencia.

2 – En buen número de hogares y aulas, nos encontramos situaciones de conflicto con adolescentes, pero no todos tienen la misma gravedad, ¿qué grados y niveles de conflicto se pueden llegar a dar en esta etapa?

En cuanto a los grados de conflicto podemos diferenciar 5 niveles:

En el primer escalón, el conflicto más leve sería la existencia de un problema a solucionar. En este caso hay baja tensión y el adolescente puede llegar colaborar con su entorno para solucionarlo. El foco de la actividad se mantiene en determinar qué va mal y cómo solucionarlo. En general se comparte información y el lenguaje es abierto y basado en hechos.

Esta sería la situación soñada de conflicto, la forma óptima de solucionar un problema.

En un segundo nivel estaría el desacuerdo. Es un conflicto más serio que se basa en buscar la protección personal. Se comienza a medir el lenguaje y se buscan interpretaciones de los mensajes. Cesa la apertura a la colaboración con el entorno.

La disputa sería el tercer grado de conflicto. Ya el problema se olvida. Vencer la disputa es más importante que resolver el problema. Comienzan los ataques personales y es habitual el uso de violencia verbal.

En un cuarto nivel de gravedad estaría la cruzada. Suele pasar que el adolescente busque aliados y fije la atención en la defensa del grupo, más que tratar la solución al problema. Se puede llegar a la violencia física a partir de este grado de conflicto.

Por último estaría la guerra total. En este nivel ni siquiera se produce intercambio de información. El objetivo de las partes es destruir al contrario.

A veces Patricia es bueno situar los conflictos en esta escala para valorar cómo fluye la comunicación y de que forma el lenguaje está afectando a la solución del conflicto. Desde el primer nivel hasta la guerra total hay muchas posibles situaciones y reflexionar sobre las posturas y las posibilidades de diálogo puede ser muy útil.

3 – ¿Cómo actuar ante la violencia como padres y educadores?

En los últimos cinco años las agresiones de hijos a padres han aumentado hasta un 60% en algunas comunidades españolas. En general, los datos en lo relativo a la violencia en los hogares son preocupantes.

Se ha encontrado en algunos estudios que más de la mitad de los adolescentes ejercen violencia verbal contra sus progenitores. Además, los adolescentes que agreden físicamente a sus padres son ya más de un 7%.

Podemos establecer una serie de medidas en la familia o en la escuela orientadas a mejorar la convivencia y prevenir la violencia. De las diferentes investigaciones y trabajos sobre el tema se pueden resaltar cinco puntos clave.

La comunicación entre padres e hijos es un factor de protección. Muchas veces puede resultar complicado llegar a dialogar con un adolescente, pero siempre merece la pena intentarlo. Se ha demostrado que aunque una conversación no parezca que sea efectiva a corto plazo, en el medio y largo plazo sí lo es. Es como si se rechaza la comunicación durante la adolescencia pero en el fondo se necesita y se valora.

La segunda medida de actuación frente la violencia es conocer a los amigos del adolescente y mostrar interés por lo que hace. A veces puede ser importante tener una relación fluida con los padres de sus amigos. Si se demuestra un interés sincero y una preocupación sana el adolescente lo entenderá.

Otra estrategia para la prevención de la violencia pasa por controlar el consumo de drogas. Tratar de reconocer los síntomas más habituales del consumo de los que hablábamos antes es clave. En caso de detectar algo algo raro la recomendación más fiable es acudir a asociaciones especializadas en el tema. La FAD, UNAD o Proyecto Hombre ofrecen soluciones para estos casos.

Se ha encontrado que uno de los factores que mejor definen la prevención de adolescentes violentos es su grado de participación social. Esta sería la cuarta medida de actuación ante la violencia. Los jóvenes que colaboran activamente y de forma continuada en asociaciones de cualquier tipo tienen menos riesgo de caer en conductas violentas o delictivas. Como padres o educadores podemos motivar en este tipo de propuestas. Incluso se pueden plantear actividades cooperativas que se pueden realizar juntos dentro de este marco.

Y por último, la violencia que han recibido los hijos en el hogar es un predictor de la violencia de los hijos contra sus padres. Sin embargo las investigaciones han encontrado que muchos padres desconocen la adecuación de sus pautas educativas. Incluso hay familias en las que se ejerce violencia contra los hijos sin saberlo. Nunca viene mal hacer un test de familia para comprobar las habilidades parentales y los recursos de la familia o la escuela.

4 – ¿Qué lleva a un adolescente a cometer un delito y cómo actuar en estos casos?

Si nos basamos en las cifras podemos concluir que lo que lleva a un adolescente a cometer un delito es que sea varón y que tenga entre 15 y 19 años. La delincuencia es algo muy habitual en este grupo de edad y género. Un 90% de los adolescentes varones cometen actos ilegales. Entre los 15 y los 19 años se cometen mayor número de actos delictivos y de peores consecuencias. También es cierto que esta conducta antisocial remite de forma natural en la década siguiente, entre los 20 y los 30 años.

También es interesante conocer los rasgos característicos de los adolescentes delincuentes que continúan cometiendo delitos en la edad adulta. Se ha encontrado que muchos de ellos habían sufrido abusos durante su infancia por parte de sus cuidadores. Por otro lado, en la mayor parte de los casos manifestaban haber carecido de una adecuada atención por parte de sus familiares. En general, los entornos desfavorecidos son potenciadores de la delincuencia. Los adolescentes que han crecido en situaciones de escasez, pobreza y violencia presentan peor pronóstico que el resto.

Y por supuesto nos faltaría hablar de las chicas. Hay tres rasgos fundamentales de las adolescentes en lo relativo a la comisión de delitos. En primer lugar se comportan de manera más cívica que los chicos. Menos de una adolescente de cada 100 se convierte en delincuente, cuando en los chicos la ratio es del 5%. Las adolescentes delincuentes son una minoría clara.

Y una relación clara que se ha encontrado es que los comportamientos antisociales de las adolescentes están influidos por las actitudes de su pareja. Si el novio de una adolescente comete delitos es mucho más probable que ella lo haga también.

La delincuencia en la adolescencia es más habitual de lo que se pueda llegar pensar. La mejor noticia es que se trata de conductas típicas de la edad, que tienden a desaparecer con el tiempo. Las medidas educativas y el control familiar son las mejores armas para luchar contra este tipo de comportamientos.

Es más, está demostrado que incrementar las medidas judiciales por este tipo de delitos puede llegar a ser perjudicial, cronificando conductas ilegales en adolescentes delincuentes que podrían dejar de delinquir de forma natural. El desarrollo del cerebro y la maduración juegan un papel clave en el proceso.

En resumen Patricia, si un adolescente ha cometido algún acto delictivo se debería entender el problema a fondo y trabajarlo preferentemente desde la propia familia. No se deben descartar por supuesto las medidas legales ni evitar las denuncias merecidas. Todos debemos ser responsables de nuestros comportamientos. Pero teniendo en cuenta lo anterior, se debería gestionar la mayor parte del trabajo educativo en el hogar, colaborando si es necesario con los servicios de Justicia y los profesionales de la Fiscalía.

5 – ¿Por qué es tan común la depresión en la adolescencia y cómo se puede detectar?

Tristemente la depresión se ha convertido en un caballo de batalla para nuestra sociedad. Según la OMS, en Europa el suicidio es ya la principal causa de muerte entre los adolescentes. Y es una tendencia creciente.

Con la reducción de la violencia en la sociedad, hemos llegado a un punto paradójico en la historia de la humanidad. Es más fácil ser víctima de un acto de violencia a cargo de uno mismo, que ser víctima de violencia por parte de otra persona.

Los cortes, quemaduras o auto-mutilaciones también son cada vez más habituales. Hay verdaderas escuelas online que redefinen el dolor psicológico orientándolo hacia el daño corporal.

Como padres y educadores debemos conocer que la depresión tiene una serie de signos que se pueden detectar a diferentes niveles. Para hacerlo más didáctico vamos a dividirlos en los que son de naturaleza física, los que son a nivel psicológico-emocional y los de comportamiento.

A nivel físico es habitual que se detecte una expresión de tristeza en el rostro de los adolescentes deprimidos. Suelen presentar malestar físico poco definido y se quejan de dolores vagos que luego realmente no existen. En estados más avanzados de depresión y dependiendo de la personalidad se pueden también producir auto-lesiones físicas.

En cuanto a los síntomas psicológicos y emocionales lo más habitual en estos casos es que se manifieste irritabilidad y poco interés por las cosas. La motivación en general desciende y el adolescente se muestra apático. Pueden darse también pensamientos destructivos. Falta de interés en las relaciones con familiares o amigos, incluso conflictos con esas personas. En algunos casos se desarrolla un sentimiento de inferioridad o culpabilidad excesiva. Se llega incluso a las ideas frecuentes sobre la muerte o el suicidio

Y respecto a los cambios en el comportamiento, la depresión está marcada por una escasa comunicación. El adolescente tiende al aislamiento social. No disfruta del juego ni las actividades cooperativas. Puede producirse un descenso del rendimiento académico, incluso un abandono de la higiene personal. Parece en ocasiones como si se hubiera pulsado el botón de pausa del adolescente. Tiene lentitud para razonar, hablar, incluso para hacer movimientos corporales… Quejas frecuentes de dolores de cabeza y malestares sin causa aparente. Cambio en los patrones de sueño o alteraciones en los hábitos alimenticios también son muy habituales.

5.1 – ¿Cómo podemos – padres y profesores – actuar para la prevención de una depresión?

En cuanto a la depresión encontramos algunas estrategias eficaces para actuar como padres y educadores.

Se debe tratar de fomentar una comunicación abierta, ofreciendo espacios para el diálogo y da confianza al adolescente. Es clave valorar lo que transmite y no tomar a la ligera sus amenazas o discusiones. La expresión de las emociones es fundamental y le aportará seguridad el poder validarlas con el adulto. Compartir los problemas ayuda a solucionarlos.

Las peleas familiares o la violencia en un hogar no son buenas consejeras. Si se produce un accidente o algún acontecimiento grave que altere la estabilidad de tu familia es muy importante que todos sus miembros lo entiendan y lo elaboren de forma constructiva. Pedir ayuda en estos casos puede ser una buena opción para gestionar y superar el trauma. Es buena estrategia intentar tratar siempre los problemas como algo temporal, con la certeza de que no durarán siempre y se llegará a su solución.

Por otro lado, un curioso estudio sobre los efectos de las amistades en la depresión encuentra que siempre son positivas. El adolescente deprimido mejora con la interacción social, es más, cuantos más amigos tenga mejor será su recuperación. En compañía se reduce la probabilidad de padecer el trastorno y se duplica la probabilidad de restablecerse. Por otro lado se ha demostrado que una depresión no se contagia. Al contrario, el grupo siempre tiende a volver a un estado de ánimo positivo, ayudando a sus miembros decaídos.

Manejar las emociones de forma inteligente se considera fundamental para la propia adaptación física y psicológica. Asistir a cursos o seminarios de inteligencia emocional puede ayudar a mejorar esta habilidad y, por tanto, a prevenir la depresión.

Por otra parte, aprender a perdonarse y a aceptarse a uno mismo es un aspecto importante para poder prevenir la depresión. Es decir, que es necesario perdonarnos por los errores cometidos o por las cosas que no hicimos como debíamos. El pasado no puede cambiarse, pero la percepción que tenemos sobre el pasado sí. Esto es algo fundamental a la hora de trabajar las emociones con los adolescentes.

Aceptarse y perdonarse es una elección propia que supone afrontar también nuestro pasado y nuestro presente, aprendiendo a convivir con aquello que no podamos cambiar y asumiendo una actitud positiva ante la vida. Esto no es una tarea fácil, pero es posible.

En este ámbito son clave el juego y el buen humor. A veces reírse de uno mismo es el mejor ejemplo para superar los problemas de aceptación social.

También el ejercicio físico aporta muchos beneficios tanto físicos como psicológicos. Para prevenir la depresión el deporte es positivo, pues favorece la liberación de endorfinas, unas sustancias químicas que producen sensación de felicidad y euforia. Además aporta beneficios para la salud física y mental. Por último, practicar ejercicio también puede mejorar la imagen que tiene el adolescente de si mismo, y esto puede ayudar a mejorar su autoestima. Ejercitarse tres veces por semana, en sesiones de 45 minutos, puede ser suficiente para prevenir trastornos del estado de ánimo.

Por otro lado, la dieta no va a curar la depresión, pero puede ayudar a paliar los síntomas. Comer sano y equilibrado mejora la salud y el bienestar mental, pues repercute en la salud general y, por tanto, en la salud mental. Algunos estudios afirman que la dieta mediterránea es ideal para prevenir la depresión. Por último, es necesario evitar los alimentos grasas “trans” (como la bollería industrial), pues favorecen los síntomas depresivos. Participan en el aumento peso corporal y hacen a los individuos ser más infelices.

La ansiedad es demasiado común en el ritmo de vida que llevamos, pero cuando el estrés es continuado, las cosas pueden empeorar y desembocar en una depresión. Se ha demostrado que una mala organización del tiempo puede provocar distintos trastornos, como depresión o ansiedad.

Una buena higiene del sueño afecta positivamente al bienestar emocional. Perturbar los ritmos circadianos se asocia a la depresión, y resicronizarlos utilizando suplementos de melatonina se ha demostrado que tiene un efecto antidepresivo. Recuerda que en la adolescencia se aconseja dormir entre 9 y 11 horas.

El alcohol es una droga legal y socialmente aceptada que puede parecer inofensiva. La realidad es que, consumida de manera frecuente, puede causar problemas serios para la salud. Otras drogas como la marihuana, que también son catalogadas como drogas blandas, pueden provocar trastornos depresivos.

Y si te parece Patricia, por la importancia del problema podemos tratar el suicidio un poco más en profundidad en este punto. En general, un deprimido comete suicidio por tres causas: no siente que tenga las herramientas para cambiar las cosas y salir adelante, piensa que en el futuro la situación no mejorará y que el problema será eterno y no encuentra partes de su vida en las que no esté presente el dolor.

Pero vamos a verlo de nuevo de forma positiva. La mejor estrategia para salir de una depresión es sentirse motivado para cambiar el entorno y contar con las herramientas para conseguirlo.

En primer lugar debemos conseguir que los adolescentes conozcan su entorno real. Es probable que ahora mismo tengan más información disponible sobre su juego favorito basado en un mundo virtual que sobre la vida de su propio barrio. Si conocen lo que tienen cerca y cómo pueden ayudar para cambiarlo es más probable que se motiven a hacerlo y tengan un objetivo vital. Establecer objetivos pasa por tener información de las necesidades.

Y el segundo consejo es la interacción humana. Conocer de verdad a las personas cercanas, a los familiares y amigos, puede llevar a establecer objetivos de colaboración cooperativa. Y esto es importante porque un adolescente se sentirá miembro de algo más grande que tiene un sentido. Ser una pieza clave de un sistema general le motivará y le ayudará a creer en sí mismo y en sus capacidades.

6 – El consumo de drogas es una de las preocupaciones de los padres de adolescentes, ¿puedes hablarnos de cuándo comienzan los jóvenes a coquetear con las drogas?

La edad de inicio en el consumo de drogas varía en función de qué tipo de droga se considere. Estadísticamente las sustancias que en la actualidad tienen una edad de inicio de consumo mas temprano son el tabaco y el alcohol, en torno a los 13 años.

A continuación estaría el cannabis, con una edad media de inicio que ronda los 15 años. Y a partir de los 15 años con un margen más amplio se inician los consumos de estimulantes como la cocaína o anfetaminas, alucinógenos como el LSD, drogas de síntesis como el éxtasis y opiáceos como la heroína.

Es interesante como padres y educadores conocer las claves de la detección del consumo de drogas. En este sentido se pueden considerar cambios a tres niveles. Hay una serie de alteraciones físicos asociados al consumo, también hay cambios en la conducta y algunos indicios que podemos detectar a nivel social.

En cuanto a los signos físicos externos en general la piel o los ojos se muestran enrojecidos. Pueden aparecen capilares rotos en la cara. La voz se vuelve más ronca de manera rápida. Se produce aumento o disminución anormal del peso. Es muy habitual que aparezca un ligero temblor de manos que no se puede controlar. Y son normales también las alteraciones digestivas provocando vómitos, diarreas crónicas con sangrado o heces alquitranadas.

Respecto a los cambios de conducta que podemos detectar se suelen producir discusiones con argumentos recurrentes o peleas con miembros de la familia o amigos. El adolescente empezará a tener secretos que parecerán absurdos. Podrá sufrir lesiones o accidentes que será incapaz de explicar. Hay pérdidas de memoria repentinas, irritabilidad, depresión o cambios de humor… Suelen ser frecuentes las mentiras y los pequeños hurtos para conseguir dinero.

En cuanto a los cambios sociales por el consumo de drogas es muy probable que el adolescente comience a relacionarse con nuevas amistades misteriosas que preferirá mantener en secreto. En casi todos los casos se produce un deterioro del rendimiento escolar. Además se tienden a descuidar otras actividades que solían ser importantes, se olvidan las aficiones previas al consumo…

6.1 – ¿Cómo podemos evitar su consumo?

Respecto a la actuación preventiva ante la drogadicción hay un estudio muy interesante al respecto que ha detectado seis factores clave para la prevención.

En primer lugar, la explicación de las normas. Se encontró que las familias en las que se detallan las normas y su importancia y se indica con razonamientos su utilidad tienen índices más bajos de consumo de drogas.

El segundo factor implicado es la vigilancia. Aquellos adolescentes que saben que sus padres o educadores están pendientes de lo que hacen tienen menos probabilidades de consumir drogas en esta etapa.

En tercer lugar tenemos que incluir la exigencia. La vigilancia es inútil si cuando se detecta algún problema no se actúa. Es importante también que exista una exigencia real ante las dificultades. De no ser así el control parental no tendrá ningún efecto.

La gestión de los problemas es el cuarto factor implicado. Una de las habilidades clave que se detectó en el estudio es la de la gestión de las dificultades. El adolescente necesita ver que el adulto hace frente a los problemas, aunque los haya causado él mismo. La figura educativa que responde genera seguridad y esto protege contra el consumo de drogas en esta etapa.

El quinto factor implicado es el diálogo. Ya lo comentábamos antes en el caso de la violencia y lo repetimos ahora en la prevención de la drogadicción. Los educadores que fomentan el diálogo en familia, generando espacios apropiados para el intercambio tienen altas probabilidades de éxito.

Y por último el estudio detectó que la presencia del adulto en el día a día es fundamental. Para un adolescente parece ser una buena referencia percibir a sus educadores cercanos en su vida. No hay que dudar en estar presente en sus actividades, incluso en sus redes sociales. A pesar de que pueda parecer molesto, lo que muestra la investigación es que el adolescente lo valorará y ante los problemas tendrá menos probabilidades de refugiarse en el consumo de drogas.

7 – Las adicciones en la adolescencia van más allá que las drogas. coméntanos estas nuevas adicciones que han surgido con las nuevas tecnologías.

En general, las nuevas tecnologías se convierten en un problema cuando interfieren con las actividades de la vida diaria y el adolescente deja de hacer otras cosas necesarias en su vida cotidiana.

En estudios sobre el tema se ha encontrado que casi la mitad de los adolescenetes españoles pasa más de dos horas al día conectados a Internet. La tendencia es creciente y no ha dejado de crecer en los últimos años. Ya hay un 90% de adolescentes que usa Internet a diario.

Los jóvenes pasan muchas horas enganchados, pueden enviar entre 400 y 500 mensajes al día. En el trabajo con adolescentes hemos llegado a ver teléfonos con hasta 4000 mensajes de whatsapp sin leer en un sólo día.

En general ellos piensan que eso no es ningún problema porque no hacen daño a nadie. Los conflictos vienen cuando ese exceso se transforma en dependencia. Hay chicos que piensan en conectarse desde que se levantan, no pueden dejar de usar el móvil y tienen sensación de ansiedad. En realidad es como una especie de síndrome de abstinencia.

Es interesante conocer que dependiendo de la personalidad del adolescente se detectan diferentes usos de las nuevas tecnologías. Hay tres perfiles claros de uso:

En primer lugar el perfil de jugador online. Son adolescentes que utilizan de forma preferente las nuevas tecnologías para jugar. La mayor parte de las veces prefieren experiencias colectivas y la asociación con otros jugadores. Además gustan de comparar sus resultados con los demás, en vez de jugar solos o retarse a sí mismos.

Por otro lado hay un segundo perfil que sería el de usuario de redes sociales. La mayor parte del tiempo que estos adolescentes pasan en Internet es para comunicarse. Conocer lo que hacen sus amistades y crear contenidos relevantes para otros es su pasatiempo principal.

Y por último está el consumidor audiovisual. Se trata de adolescentes que emplean prioritariamente la televisión y los canales de vídeo en Internet. En realidad es un tipo de rol más pasivo que los anteriores y pierde gran parte de la naturaleza creativa de Internet y los medios digitales.

Se ha demostrado que el consumo de Internet depende de la edad y del sexo de los adolescentes. Estadísticamente se ha encontrado que de forma general los chicos juegan más que las chicas en Internet. Tienen predominantemente el perfil de jugadores online al que hacíamos referencia antes.

Por su parte, las chicas utilizan mucho más las redes sociales, escuchan música de forma más habitual y leen frecuentemente a través de la pantalla. Utilizan las nuevas tecnologías de forma más diversificada.

El perfil de consumidor de material audiovisual es el más joven de los tres. Entre los 8 y los 12 años el uso de este tipo de contenidos es mayor. Esto se puede interpretar como que a medida que el adolescente va madurando, se convierte en una persona más creativa, con mayor capacidad para manifestar su identidad y elaborar contenidos de consumo para sus amigos.

8 – Adolescentes e influencers, ¿cómo influye este fenómeno en sus vidas?

Influencers y adolescentes se aproximan cada vez más entre sí. Los ídolos de YouTube y de las redes sociales ganan credibilidad a través de sus vídeos y fotografías en Internet. Y lo más importante es que ya influyen directamente sobre la vida de sus jóvenes seguidores.

Como ejemplo se ha encontrado que un increíble 71% de las adolescentes dicen que los contenidos que consumen online les influyen en sus decisiones de compra.

Uno de los filtros más poderosos que desarrollan los adolescentes se basa en la credibilidad. Y la medida de la credibilidad en Internet es el apoyo social que se tiene, por lo que tu hijo tenderá a dar más prestigio a las fuentes con apoyos (me gusta) de sus seguidores.

Teniendo en cuenta la opinión de los adolescentes encontramos que lo que más valoran de los influencers es que les conocen y saben lo que les ocurre. Es como si hubieran encontrado una sintonía con ellos, con sus vidas y experiencias.

Un adolescente quiere ser popular en su grupo de amigos y compartiendo historias graciosas o entretenidas de estos canales lo consigue. Además aportan experiencias y entretenimiento ilimitado.

8.1 ¿Qué podemos sacar de positivo de los influencers?

Lo interesante como padres es estudiar a los influencers para aprender de ellos a mejorar como educadores. Si analizamos sus publicaciones en redes sociales podemos encontrar patrones comunes:

  • El buen rollo por encima de todo. Intentar orientar tus estrategias educativas en positivo. Esto no quiere decir que no se utilicen los castigos. Pero en vez de usar la amenaza para lograr un objetivo se puede emplear el refuerzo. Es muy útil animar al adolescente a conseguir proyectos conjuntos. No es lo mismo ofrecer un premio por limpiar la habitación correctamente durante un mes que quitar el móvil durante una semana por tener el cuarto desordenado.
  • La música es algo que no puede faltar. La salsa de la vida de un adolescente es la música. Compartir con un adolescente un rato para ponerse al día de sus gustos musicales, de los vídeos que más le interesan y sus artistas favoritos es una buena estrategia. Funciona muy bien enseñarle también las preferencias propias y aprovechar para contar anécdotas relacionadas que puedan resultar educativas.
  • Otra de las características habituales de los influencers es que ofrecen experiencias. Tienen una inagotable capacidad para ofrecer nuevas experiencias a sus seguidores. Es bueno imaginar a un adolescente como un seguidor de adultos. Pasar tiempo con él y ofrecerle experiencias novedosas hará que mantenga el interés en la relación educativa. Nunca hay que dejar de aprender y vivir la vida, porque eso enriquecerá a las dos partes.
  • No hay que olvidarse tampoco de la identidad digital. Los adolescentes valoran mucho la interacción a través de Internet. A pesar de la fiebre de las redes sociales, se ha encontrado que los jóvenes siguen necesitando un grupo de amigos de referencia con los que mantienen interacción digital. Aunque como padres o educadores mantengamos una comunicación presencial con los adolescentes como pilar de la relación, no se debería cerrar la puerta a otras formas de diálogo a través de las nuevas tecnologías. Compartir vídeos, música o simplemente mensajes de texto o voz puede dar mucho juego a la labor educativa y ampliar horizontes para la relación.

Así que Patricia, como ves hay un gran trabajo educativo que se puede extraer de los influencers.

9 – Y para terminar, ¿qué 5 claves (el número que sean) puedes darnos a padres y educadores para detectar conductas de riesgo y evitar que se conviertan en problemas graves?

En primer lugar hacer de nuevo hincapié en la comunicación y el diálogo con los adolescentes. En muchas ocasiones se pueden intentar otros medios alternativos para llegar a ellos, a través de la música, los vídeos o incluso las nuevas tecnologías. Tener claro que a pesar del posible rechazo de la intervención el adolescente valora la preocupación del adulto es clave para no tirar la toalla.

Por otra parte la investigación sobre la adolescencia nos revela que los niños en esta esta etapa necesitan un marco claro de normas y supervisión adulta. Sistematizar un sistema de reglas que explique el mundo y la convivencia es una guía que requieren los adolescentes. Les ayudará a interpretar su realidad y las relaciones sociales.

Un tercer aspecto interesante y que cada vez tiene más importancia con el auge de las nuevas tecnologías es el entorno local. Fomentar el interés y la preocupación por lo físicamente cercano puede ayudar al adolescente a interesarse por los problemas de su comunidad, establecer lazos de cooperación con otras personas del entorno y motivarse con proyectos conjuntos que tengan una huella directa en la sociedad.

La cuarta clave es un consejo. Tener la motivación de aprender con los adolescentes y de los adolescentes es la mejor forma de establecer una relación exitosa con ellos. Pasar tiempo juntos experimentando y compartiendo es una apuesta ganadora para desarrollar un trabajo educativo eficaz.

Y mi última clave Patricia contagiarse de la energía adolescente. Después de 10 años trabajando con adolescentes y después de una buena temporada de excedencia cuidando de mi hija me he dado cuenta que es algo que hecho de menos. En algún momento de la vida adulta perdemos esa energía inagotable de la adolescencia, esas ganas de comerse el mundo, de probarlo todo, de equivocarse y volver a empezar un millón de veces. Convivir con un adolescentes es un privilegio para nosotros si sabemos contagiarnos de esa energía infinita.

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